lunes, 26 de mayo de 2008

Valorando pragmáticamente los compromisos con la Equidad de Género desde los hombres en México

Lic. Jorge Yáñez L.

El no compromiso de los hombres activistas y académicos en México con la Equidad de Género parece ser el rostro actual de las organizaciones que promueven estudios sobre las masculinidades alejadas del modelo hegemónico.

Llevar a cabo encuentros o foros descontextualizados resulta más un acto de irresponsabilidad histórica y un capricho académico por figurar sin un aporte específico al desarrollo social o a la transformación de patrones culturales inequitativos entre mujeres y hombres.

Más de 15 años de trabajarse con hombres y los contenidos de investigaciones se caracterizan por ser enteramente desmarcados de los temas de fondo en el debate legislativo federal, como la conciliación familiar y laboral o la paridad.

Cuando ejes tan relevantes como las paternidades, la violencia de género, y la igualdad en los espacios de poder en lo público, no se entienden desde los grupos de varones, porque la principal preocupación se centra en los criterios de financiamiento que una universidad o una fundación establece para apoyar un evento, la lectura demuestra una supeditación que abona más a la infertilidad de conocimiento y a la incapacidad para la planeación de acciones concretas.

Por eso los monopolios en áreas académicas que generan investigación sobre masculinidades se convierten en espacios de manutención personal, inservibles para requerimientos prioritarios como la equidad entre los géneros.

Esta circunstancia de aparente naturaleza práctica alberga una deficiencia mayor, de autocrítica entre varones, la tendencia a construir feudos masculinos que subsanen subjetividades erosionadas por sus particulares historias de vida.

Una sociedad machista, homófoba y violenta, que además acrecenta sus niveles de consumo masculino en explotación y comercio sexual de mujeres y de infantes, como la mexicana, indefectiblemente indigna su incongruencia hacia las organizaciones de hombres y de académicos varones que dicen actuar en favor de la igualdad de oportunidades para todas y todos.

La realidad institucional se traduce en búsqueda de recursos públicos para impulsar proyectos, en algún rubro que el Instituto Nacional y los Institutos Estatales de las Mujeres consideren financiables, bajo el esquema gubernamental de coinversión social.

Otra vía ha sido a través de talleres locales (delegacionales o municipales) que algún gobierno estatal o un partido político sensibilizado con el asunto de los desequilibrios de género, fomente aisladamente (en ciertas zonas) y desarticulado de una política integral, incluso desde el desarrollo social.

Por otra parte suponer como ventanas de oportunidad los programas de género dirigidos por académicas, implica una condición de complemento en áreas acotadas como la violencia y bajo una metodología no propia, dejando en dado caso, un cierto canal para la diversidad sexual como posibilidad adicional.

La imagen observable en lo público es la de existencia de grupos que trabajan “con y por los hombres”, que no saben interactuar como pares con sus interlocutoras activistas, académicas o políticas, a excepción de los profeministas.

No se trata de demeritar el valor de construir redes virtuales entre organizaciones masculinas, sino de crecer con visión, y de no evadir la reflexión conjunta desde la mixitud de actores sociales, sean hombres o sean mujeres.

El tema de la Equidad de Género es un eje de trabajo institucional y teórico que involucra a los hombres con expertisse en diseño de política pública, experiencia legislativa y práctica en procuración e impartición de justicia en México, siempre en aras del bienestar compartido.

Los cambios comportamentales que se proponen hacia los hombres, en sus modos de vivir sus masculinidades, deben salir del individualismo, de no reflejar un ajuste equitativo hacia la otra mitad de la población mundial, las mujeres, (se acepte o no, vinculadas en las vidas de los varones), simplemente se estarán generando modelos inútiles para cualquier plano de la dimensión humana.

Trabajar con grupos de hombres; publicar estudios académicos sobre masculinidades; o convocar a Encuentros sobre el tema, son actividades que tienen que visualizar perfectamente el impacto social que tendrán y no sólo el efecto protagónico que les pueda reportar curricularmente.



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