martes, 27 de enero de 2009

Realidades sobre Equidad de Género en los Partidos Políticos Nacionales
Lic. Jorge Yáñez L

México reconoce el derecho al sufragio a las mujeres en el año de 1953, después de una larga lucha encabezada por los frentes de mujeres de años atrás, pero de manera poco mencionada debido a la insistencia de la esposa del presidente Adolfo Ruíz Cortines.


La percepción generalizada de los varones siempre fue más en el sentido de que se trataría de atraer más votos hacia sus partidos según la vinculación consanguínea o por afinidad de sus figuras masculinas cercanas (Cónyuges, Padres, Hermanos, Hijos); ya que en períodos altamente ideologizados, se decía que las doctrinas políticas no eran tema de discusión para mujeres.

Si bien se tiene documentado dos situaciones importantes para la participación en la política de partidos para las mujeres, por un lado los primeros cargos de elección popular ganados por mujeres y por el otro, los dilemas de lealtad prioritaria planteados por el movimiento feminista respecto a las mujeres militantes de partidos que simultáneamente pertenecían a grupos feministas; la pregunta no formulada es ¿si han cambiado las relaciones entre hombres y mujeres dentro de los partidos políticos nacionales?

A partir de un enfoque estrictamente gubernamental el que exista el sistema de cuotas en el COFIPE y una cierta tendencia hacia la paridad en determinados discursos políticos, además de campañas de medios atribuidas al Instituto Federal Electoral a favor de la igualdad entre los géneros (diseñadas para el 2008 y el 2009), podría mencionarse que se han dado avances.

Si se revisa la historia reciente desde la sociedad civil organizada con base en experiencias como los Pactos suscritos entre Mujeres en los años 2000, 2003 y 2006 por candidatas de todas las fuerzas políticas y también, el origen y aportes del Parlamento de Mujeres de México de 1998 al año 2006, incluyendo el Pacto por la Igualdad entre Mujeres y Hombres firmado en el 2007, algo al respecto puede referirse.



Sin embargo la apreciación que la mayoría de las mujeres militantes de partido tienen sobre la equidad de género al interior de sus estructuras partidistas es un asunto aparte.

Parece no haberse transformado aquella sostenida durante el brote de la segunda ola del feminismo en México (década de los 70´s), porque los hombres militantes de partidos de izquierda entendían sobradamente de luchas sociales, pero seguían considerando las demandas de las mujeres como anexos de las principales o como visones burguesas que debilitaban con su división sectaria, la lucha del proletariado

Lo grave de estas negaciones tendenciosas hacia circunstancias de desigualdad social y a valorar a las mujeres como sujetos políticos íntegros, es que generó a una de las raíces fundamentales del Mujerismo como fenómeno de exclusivismo con y para las mujeres únicamente. Las conductas y actitudes de discriminación hacia los varones en la expresión más radical de los feminismos en México, parte del trato no tan progresista de los hombres de las distintas corrientes de la Izquierda hacia sus compañeras de militancia, sustentado por declaraciones de ellas mismas.

El efecto permanece hasta la fecha con la incapacidad de muchas de las mujeres militantes y de organizaciones adherentes a los partidos políticos en general, para pactar, para sumar apoyos, para cabildear con sus compañeros de militancia en espacios legislativos, de la administración pública, e incluso dentro de sus asambleas de partido.

No, no es sólo la Derecha cerrada, conservadora y con agenda confrontativa a los derechos sexuales y reproductivos de las mujeres, con “la oposición”, también se registran apoyos solidarios hacia la igualdad, el combate a la pobreza y la no violencia hacia las mujeres, desde un análisis justo esto hay que decirlo.


Si se revisa la lista de candidatas al cargo de Presidencia de la República se ubican cuatro casos en tres décadas solamente, Rosario Ibarra de Piedra (FCRN), Marcela Lombardo Toledano (PPS), Cecilia Soto (PT) y Patricia Mercado (PASC).

No es posible construir una democracia más incluyente y participativa con cimientos de desconfianza y pasando la factura histórica de los objetivos no logrados hacia todo varón con quien se topen; pero tampoco preservando resistencias machistas o de facción política por encima de la igualdad y los derechos humanos de las mujeres.

Esta consideración aparejada al análisis de los espacios políticos socialdemócratas y de la política de centro debe ser monitoreada continuamente; desde lo que realmente sucede en sus dirigencias en calidad de prácticas cotidianas hacia la igualdad entre mujeres y hombres, hasta los bloqueos autorados por grupos y actores políticos discriminadores.

Lo que se promueve o deja de promoverse en lapsos no electorales y lo que constituye estrategias electoralistas será parte de lo que los Observatorios Ciudadanos tendrán que reportar para hablar de trechos recorridos a favor de la igualdad al interior de los partidos políticos nacionales.

La transparencia y el principio de publicidad en materia de elecciones internas para conformar listas de candidaturas, representan herramientas sólidas que todavía no parecen aplicarse en la política de partidos; aún es necesario sensibilizar para comprender los “porqués” de la igualdad para hablar de una real democracia en la política mexicana.

Aunque moleste, será pertinente leer sobre equidad de género en los varones, pero también capacitar desde las mujeres y compaginar requerimientos de unas y de otros al momento de elaborar agendas, si es que se ambiciona un horizonte de verdadera igualdad para ambos géneros en los diferentes espacios del sistema de partidos políticos nacionales.